Mujer se termina enamorando de su propio cuñado

El amor siempre había sido un concepto claro para Mariana. Se casó con Daniel segura de que era el hombre de su vida, el compañero con quien construiría un futuro lleno de felicidad. Pero la vida es impredecible, y a veces el corazón toma caminos imposibles de justificar.

Desde que conoció a Javier, el hermano menor de Daniel, siempre lo vio como familia. Era el cuñado simpático, el que hacía bromas en las reuniones, el que parecía despreocupado por todo. Sin embargo, con el paso del tiempo, algo cambió.

Todo comenzó con la distancia que creció entre ella y Daniel. Su matrimonio empezó a volverse monótono, carente de emoción. Daniel estaba cada vez más ausente, enfocado en su trabajo, en sus responsabilidades, en todo menos en ella. Mariana se sentía sola, atrapada en una rutina sin pasión.

Javier, en cambio, siempre estaba ahí. No era algo intencional, ni premeditado. Solo sucedió. Él la escuchaba cuando hablaba, notaba los pequeños detalles que Daniel había dejado de ver. Un cumplido aquí, una mirada sostenida allá… Lo que empezó como una amistad inocente, poco a poco se convirtió en algo más.

El momento de quiebre llegó una noche en la que todos estaban reunidos en casa de la familia. Daniel estaba, como siempre, distraído, pegado al teléfono. Mariana salió al jardín para tomar aire, y minutos después, Javier la siguió.

—Pareces cansada —comentó él, con una suavidad que la desarmó.

—Solo… me siento invisible —confesó ella, sin pensar.

Javier la miró con una intensidad que la hizo estremecer. No dijo nada, pero en sus ojos había algo que hablaba por él. Un sentimiento que ella temió reconocer.

A partir de esa noche, todo cambió. Se buscaban con la mirada en las reuniones familiares, sus conversaciones se volvieron más largas, más profundas. Lo que sentían era un secreto no dicho, algo prohibido pero imposible de ignorar.

Un día, la línea se cruzó. Fue en un momento de vulnerabilidad, en un encuentro furtivo en el que el deseo venció la razón. Pero en cuanto terminó, la culpa se apoderó de Mariana. ¿Cómo había llegado a ese punto? Amaba a Daniel, pero lo que sentía por Javier era real, era intenso, era algo que nunca había experimentado.

Sabía que aquello no tenía futuro, que era un amor imposible. Y aún así, cada vez que intentaba alejarse, el destino los volvía a juntar.

Mariana se encontraba en la encrucijada más dolorosa de su vida: seguir con su matrimonio y fingir que nada pasó, o aceptar que su corazón le pertenecía a alguien a quien nunca debía haber amado.

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